Minería en el Tiempo
La Minería de Chile a Través de la Historia
Lo invitamos a leer este documento de gran valor educativo y
didáctico que reseña algunos de los momentos más importantes de
nuestra minería chilena a través de los siglos.
Siglo XVI
La ensoñación de abundantes y fáciles riquezas motivó la
conquista y colonización de Chile. "El afán de riquezas".
Impulsó la expedición española a este rincón del mundo, más allá
de todo peligro y sacrificio. De hecho, la explotación de
lavaderos de oro fue la actividad más importante del el siglo
XVI, llegando a decirse que el oro sustentó u afianzó la
Conquista. Se calcula que entre 1542 y 1560 se sacaron alrededor
de 2.000 kilos de oro como promedio anual. Rendimiento éste que
no se debió tanto a la abundancia del oro mismo como al número
de indígenas que fueron compulsivamente empleados en los
lavaderos de oro.
Durante la Conquista, las principales ciudades que fundaron los
españoles, tanto en el norte como en el sur del país -La Serena,
Concepción, Valdivia, Imperial y Villarrica, se erigieron cerca
de terrenos auríferos.
El auge minero, sin embargo, fue tan espectacular como efímero.
Hacia fines del siglo XVI la actividad aurífera entró en
decadencia, en razón del agotamiento de los lavaderos y la
disminución de la mano de obra indígena.
Siglo XVII
Las reformas comerciales introducidas por la Corona española en
el siglo XVIII, tuvieron profundas consecuencias económicas.
El intenso comercio con las colonias tuvo como objetivo
favorecer a la industria española, principalmente a través de la
obtención de materias primas, siendo las más importantes los
metales preciosos. Tal política selló el destino minero de las
colonias como Chile que, por condiciones naturales, contaban con
ventajas para adaptarse a ella.
La minería adquirió un impulso espectacular mientras que la
agricultura pasó a un lugar secundario y la artesanía se
extinguió prácticamente.
En el siglo XVIII, la producción de oro se decuplica, la de
plata aumenta más de 400 veces y la de cobre 20 veces.
A fines del siglo, el cobre representaba, en el comercio de
exportación a Lima, una cantidad similar a la del trigo. La
producción de cobre durante la Colonia se calcula entre 1.500 y
2.000 toneladas por año, utilizadas para fines decorativos,
fabricación de utensilios, moneda, artillería y otros.
Por causa de un mercado inestable, alto precio de los fletes,
una cadena de intermediarios que encarecían su precio, el país
lograba exportar sólo unas 500 toneladas anuales de cobre. La
situación cambiaría en el siglo XIX, al incorporarse el cobre al
uso tecnológico derivado de la Revolución Industrial europea.
Dos importantes instituciones ligadas a la minería se formaron
durante el siglo XVIII: la Real Casa de Moneda y el Real
Tribunal de Minería. La primera, creada en 1750, obedeció al
propósito de reponer anualmente el circulante que se fugaba por
la intensificación de las importaciones; pero este mal no pudo
ser remediado.
El Tribunal de Minería administraba justicia en esta área: hacía
cumplir la legislación minera, desempeñaba algunas funciones
administrativas y, en general, se preocupaba del fomento de esta
actividad.
La creación del Tribunal puede ser entendida, en términos
generales, como la preocupación de la Corona por proteger y
fomentar las actividades mineras que le proporcionaban metales
preciosos vitales para su economía.
Siglo XIX
En los años de la Emancipación (1810-1818), la minería fue una
de las pocas actividades económicas que se mantuvo más o menos
intocada por los acontecimientos bélicos, dada la lejanía de los
yacimientos de los escenarios donde se desarrolló la lucha
armada, y la política de las autoridades de evitar o atenuar el
reclutamiento masivo de la población minera, que proporcionaba
recursos indispensables en momentos críticos.
Asegurada la Independencia, la minería se vio animada por un
mayor contacto comercial y humano con el exterior. Muchos
extranjeros se radicaron en los centros mineros del norte, con
lo que se facilitaron las vinculaciones con las empresas
foráneas y se abrió la puerta para introducir mejoras
tecnológicas y, posteriormente, para la afluencia de nuevos
capitales.
La apertura al exterior descansó, casi enteramente, en el mejor
aprovechamiento de los recursos naturales. Las actividades
económicas que tuvieron mayor desarrollo fueron la minería y la
agricultura. El trigo se convirtió en el artículo de exportación
más importante, gracias a la ampliación del mercado tradicional
del Perú y al surgimiento de otros nuevos, como California y
Australia.
En la minería, lo más relevante fue el aumento de la producción
de plata, el auge del cobre y el surgimiento de la producción de
carbón. El período que va desde 1830 a 1880, es conocido como el
ciclo de la plata, el cobre y el carbón de piedra.
La Plata
Aunque había yacimientos de plata en producción, fue el
descubrimiento de Chañarcillo el factor decisivo en el explosivo
crecimiento de este sector en el siglo pasado.
Nuevos descubrimientos y explotaciones, aumentaron
espectacularmente la producción de plata. Esta subió de 7.000
10.000 kilos por años a comienzos de siglo, a una producción
media anual de entre 100.000 y 150.000 kilos entre 1867 y 1900.
El auge de este metal en el siglo XIX tendría su última
expresión en el descubrimiento de Caracoles, en 1870. La
producción nacional bajó a menos de la mitad entre 1890 y 1900.
La mayor producción del siglo fue obtenida en 1887, con un total
de 220.183 kilos.
El auge de la plata, y de la minería en general, se reflejó en
otros aspectos, como el demográfico y urbanístico, siendo lo más
sobresaliente de todo la construcción del ferrocarril entre
Caldera y Copiapó, proyecto realizado por Guillermo Wheelwright
en 1851.
El ferrocarril permitió reducir el tiempo y costo del
transporte, que anteriormente se efectuaba a lomo de mulas, y
generó un fuerte impulso a la minería y a las exportaciones.
La riqueza minera y el comercio exterior trajeron consigo el
surgimiento de nuevas fortunas. La transferencia de capitales
provenientes de la minería hacia el centro y sur del país, se
reflejó en todo orden de actividades y especialmente en la
agricultura. Muchas familias adquirieron haciendas, realizaron
importantes obras de regadío e introdujeron nuevos cultivos y
adelantos técnicos.
El Cobre
El apogeo cuprífero a partir de la década de 1850, estuvo
fundamentado en la creciente demanda mundial, en la introducción
de una moderna tecnología y en el surgimiento de la industria
fundidora del mineral.
La economía inglesa, que hasta antes de 1825 se autoabastecía de
cobre, comenzó a aumentar sus requerimientos al ritmo de la
Revolución. En 1826, Chile exportaba a Inglaterra 60 toneladas
de cobre; en 1831, más de 2.000 y, en 1835, 12.700.
Hacia mediados del siglo, la producción chilena de cobre
adquirió importancia mundial. El creciente uso del metal aumentó
el consumo internacional, de unas 15.000 TM por año a principios
del siglo, a 25.000 TM en la década de 1820 y a un promedio de
44.000 TM por año en la década de 1840. En esta Época, Chile ya
producía unas 10.000 TM por año y, más tarde, se convertiría en
un exportador de primera importancia.
Durante los primeros veinte años del siglo, el cobre era
exportado en forma de relaves y ejes hacia Swansea, Inglaterra,
lo que implicaba castigos en el precio, porque se trataba de un
producto de muy pobre elaboración. Un avance fundamental en el
tratamiento del cobre fue el reemplazo de los antiguos hornos de
manga por hornos de reverbero, aporte logrado gracias al químico
alsaciano Carlos St. Lambert, quien había llegado en 1897 como
gerente a la Compañía Minera Sudamericana.
El primer horno fue instalado en 1831 y su uso se difundió
ampliamente a partir de 1841.
Otro espectacular aporte a la producción de cobre se debió al
esfuerzo de José Tomás Urmeneta que, tras 20 años de
excavaciones en 1852 descubrió la veta principal de la mina
Tamaya, que alcanzó niveles considerables y fue altamente
redituable en corto plazo.
Urmeneta más tarde se lanzó a la creación de la industria
fundidora de cobre. Instaló las grandes fundiciones de Guayacán
y Tongoy, unida esta última a Tamaya por un ferrocarril
construido a sus expensas, y habilitó modernas instalaciones
portuarias. Nuevos hornos de fundición se levantaron en Tongoy,
Lirquén y Lota.
Todos estos hechos favorecieron el crecimiento y desarrollo de
la producción nacional, que de un nivel de 10.000 TM por año
llegó a 40.000 TM. Ni aún la baja de precios a comienzos de la
década del 60 afectó a la industria. La demanda de cobre siguió
creciendo debido a los descubrimientos en el campo electrónico y
a los usos del cobre en el área de las comunicaciones.
La mayor producción chilena de cobre del siglo se registró en
1876, con 52.308 TM.
A partir de 1870 se inició un largo período depresivo de la
economía internacional, que se reflejó en una baja general de
los precios, afectando en forma directa al cobre chileno, que
sufrió una caída vertical de la que no se recuperaría hasta
comienzos del siglo actual. Esto coincidió con el agotamiento de
los minerales más ricos de Chile y la explotación de grandes
depósitos cupríferos en España y en EE.UU., donde comenzaba el
empleo de técnicas más avanzadas.
La importancia relativa de Chile en la producción mundial de
cobre disminuyó, en consecuencia. En 1879, significaba un 30% de
la producción mundial; en 1890, un 9,7% y, en 1900, sólo un
5,5%. Otro factor del eclipsamiento de la producción de cobre,
fue el desplazamiento del interés minero hacia un nuevo mineral:
el salitre.
El Salitre
El salitre fue, sin duda, el principal producto minero del siglo
XIX.
Las décadas del 30 y del 40 marcan el inicio de la conquista del
mercado europeo, en Alemania e Inglaterra. La demanda del
salitre se apoyaba entonces en su aplicación a la producción de
explosivos.
Exitosos experimentos realizados en 1850, sobre el empleo de
nitratos como abonos agrícolas, hicieron crecer el interés y la
demanda del salitre. Su aplicación como fertilizante se
intensificó, además, por el crecimiento de la población europea
y de sus requerimientos alimenticios. Ello implicó
necesariamente aumentar el rendimiento agrícola, a través de la
aplicación de métodos científicos que mejoraran el proceso de
nutrición vegetal.
En los inicios de la década del 70 ingresan nuevos capitales, se
mejoran las técnicas de elaboración y de transporte con el
surgimiento de líneas férreas.
El químico e ingeniero inglés Santiago Humberstone, por ejemplo,
adaptó el sistema Shanks -inventando para fabricar carbonato de
calcio- a la elaboración del mineral.
Pero sólo en 1879 el salitre adquiere su real importancia, desde
la Guerra del Pacífico, cuando Chile empieza a explotar las
salitreras de Tarapacá y Antofagasta, como lo demuestran las
cifras de la Época: entre 1879 y 1900, la producción crece
sostenidamente, desde unas 600.000 a 1.460.000 toneladas
anuales, fruto del trabajo de 80 oficinas salitreras que
ocupaban 25.000 personas en sus faenas.
El período 1830-1880 es conocido históricamente como el ciclo de
la plata, el cobre u el carbón de piedra.
Carbón de Piedra
Aunque ya se conocía la existencia del carbón de piedra en la
zona de Concepción, sólo a partir de 1840 comenzó su explotación
sistemática. En 1841 Guillermo Wheelwright extrajo más de 4.000
tons. y, al año siguiente, veleros ingleses lo transportaban a
El Callao. En 1843, Roberto Mc Kay abastecía de carbón a barcos
de la Pacific Steam Navegation Company. La producción era aún
pequeña y la calidad del carbón deficiente. En ocasiones, el
anegamiento de algunas minas obligaba a abandonarlas. En 1844 ya
trabajaban tres minas, una en Colcura y dos en Coronel.
En 1847, fueron realizadas las primeras experiencias de
fundición de cobre con carbón de piedra por Jorge Rojas Miranda,
administrador del establecimiento de fundición de cobre de
Lirquén, propiedad de JoaquÍn Edwards. El carbón provenía de las
minas de Cerro Verde. Los resultados de la experiencia fueron
excelentes y, más tarde, Rojas Miranda se convertía en
exportador con autorización del gobierno.
En 1852, Matías Cousiño compró la hacienda Colcura junto a su
socio Tomás Bland Garland y organizaron el mismo año la Compañía
de Lota.
A mediados del siglo se trabajaban otras minas de carbón como
Playa Negra, por Ramón Rojas, y Puchoco, por Guillermo Délano y
Agustín Edwards. En Lebu se instala José Tomás Urmeneta, y desde
1871 empieza a funcionar la Compañía de Maquehua, que explotaba
carbones de Colico. También había trabajos en la mina Dichato,
en Coelemu.
Las minas de Arauco proporcionaron gran cantidad de carbón que
servía como combustible a la industria del país, así como a los
barcos que navegaban por la costa del Pacífico. Hacia 1854 la
exportación llegaba a 22.000 toneladas, volumen que casi se
había duplicado al terminar el siglo.
El Desarrollo Chileno en el Siglo XIX
Chile, como colonia de la corona de España, recibió el influjo
de la cultura hispánica, a través de sacerdotes católicos
especialmente, quienes para extender la fe, establecieron
escuelas y universidades, a partir de los comienzos del siglo
XVIII.
Más tarde, las familias acaudaladas enviaron a sus hijos a
completar su educación, tanto a la Península, como a Francia e
Inglaterra, captando ellos, conceptos filosóficos distintos de
libertad e institucionalidad que les permitieron, a comienzos
del siglo XIX, hacerse cargo del gobierno de la Colonia con
motivo de la invasión napoleónica en España, y, después,
declarar la Independencia, en 1818, originándose una guerra de
liberación que culminó con el triunfo de las armas chilenas en
abril de 1818.
Apenas declarada la Independencia nacional, comenzaron a verse
los frutos de nuestros visionarios padres de la patria, como
que, en sus primeros años, establecieron la primera bandera
nacional; declararon la abolición de la esclavitud, primer país
del hemisferio y segundo después de Dinamarca en el mundo
occidental; fundaron el primer periódico, Aurora de Chile; y
establecieron la gratuidad de pasajes para todo maestro,
artesano, científico, profesional, militar y marino, artista,
etc. que quisiera ir a Chile para llevar sus conocimientos
necesarios para el desarrollo y afianzamiento de nuestra
naciente republica.
Los frutos de tan sabias medidas no tardaron en hacerse sentir
en los diferentes ámbitos de la actividad nacional,
concretándose la formación de la primera Escuadra Nacional, que
al mando de Blanco primero, y del almirante inglés, Cochrane,
después, afianzaron el dominio del mar para impedir la llegada
de refuerzos españoles a reconquistar la colonia y llevaron a
los ejércitos chilenos al Perú para terminar con el virreinato
español; dando, así, independencia a Perú y Bolivia y
reforzando, a su vez, la campaña libertadora que el general
Bolívar emprendiera para liberar Venezuela, Colombia y Ecuador;
empresas que, sumadas y unidas en Ayacucho, terminaron con el
dominio español en el Pacífico Sur, a fines de 1824.
Desde 1818, fecha de la derrota española en Chile, hasta 1830,
se suceden los gobiernos de los generales O'Higgins, Freire y
Prieto, entre los cuales se producen revoluciones propias de una
nacionalidad no consolidada aún. La lucha entre españoles y
criollos, de aristócratas y liberales, entre unionistas y
federales, crea un confuso período de anarquía política que
termina con el presidente Prieto, quien con su ministro
Portales, establece una segunda constitución que dio al país una
estabilidad política que duraría largo tiempo. La Constitución
de 1933 establecía un gobierno presidencial fuerte,
independiente de los poderes legislativo y judicial, mediante el
cual Chile pasó a ser una isla institucional en América Latina.
En este período de estabilidad, se suceden cuatro gobiernos, de
10 años de duración cada uno, régimen que es cambiado en 1871
por períodos de cinco años.
Durante toda esta larga etapa histórica de la república,
caracterizada por la estabilidad política, la reconstrucción
económica y el reconocimiento del territorio nacional, resaltan
varios hechos dignos de mencionar: se explotan importantes
yacimientos de plata y cobre, como también de carbón y salitre
natural, que darían gran riqueza al país; se construyen los
primeros grandes canales de regadío, que permitirán la expansión
de la agricultura; se construye el primer ferrocarril, uno de
los tres primeros de Sudamérica; se instala el primer telégrafo
del continente; se introduce la navegación a vapor; se funda el
Diario El Mercurio de Valparaíso, vigente hasta la fecha, con
173 años ininterrumpidos de existencia, que lo convierten en el
periódico más antiguo de habla hispana; y finalmente como otro
hito importante, se manifiesta su soberanía en el Estrecho de
Magallanes.
Gracias a la estabilidad política y al progreso económico
experimentados por el país a mediados del siglo pasado, surge un
amplio movimiento cultural en Chile, que permitirá organizar
todo el sistema educativo nacional -desde la escuela primaria
hasta la universidad- y fundar, asimismo, las primeras
instituciones científicas y artísticas.
En el ámbito universitario, se crea la Universidad de Chile,
siendo su primer rector don Andrés Bello, eminente jurista
venezolano, contratado por el gobierno de Chile cuando se
encontraba exiliado en Inglaterra, desempeñando hasta su muerte
dicho cargo y contribuyendo a la redacción del Código Civil,
como asimismo, de una Gramática de la lengua castellana y a
colaborar como redactor en los periódicos de la época y a quien
Chile honra, declarándolo ciudadano chileno.
Muchas fueron las eminencias extranjeras que llegaron a Chile a
contribuir con su talento al desarrollo cultural, contándose
entre ellos a varios argentinos que huían de su patria gobernada
por el dictador Rozas. Pequeños grupos de inmigrantes europeos
fueron determinantes en el desarrollo económico que, gracias al
comercio marítimo, trascendió a otros países dando a conocer las
posibilidades económicas que ofrecía nuestro país en el campo de
la agricultura, de la minería y del comercio. La Marina Mercante
recorría el Pacífico distribuyendo nuestros productos y nuestra
moneda era cotizada en esos países ribereños.
El Salitre
La industria salitrera continuó a principios del presente siglo
con el mismo empuje e importancia que tuvo a fines del siglo XIX,
llegando a producir 2.500.000 toneladas de nitrato en 1910,
cifra que se mantiene hasta comienzos de la Primera Guerra
Mundial.
No es exagerado afirmar que la economía chilena del período
1900-1930 giraba en torno al salitre, exportando en grandes
cantidades a Europa- Reino Unido, Alemania, Francia- y Estados
Unidos, donde era usado principalmente como fertilizante.
Un nuevo avance se registró durante el presente siglo, con el
denominado sistema Guggenheim, caracterizado por la
electrificación y mecanización de la totalidad de las faenas, el
empleo de menor mano de obra y la aptitud para procesar caliche
de leyes de hasta un 7%.
Desde comienzos del siglo se había logrado producir amoníaco
sintético por el proceso Haber-Bosh, en Alemania. Este fue usado
en la fabricación de salitre sintético, producto que desplazaría
en gran medida al salitre natural de Chile por su menor costo.
La crisis económica de 1930 provocó el cierre de un número
importante de oficinas salitreras. Desde esa fecha, la
competencia del salitre sintético deterioró notablemente la
situación del salitre natural, que en el transcurso del siglo
fue cediendo gradualmente su lugar al cobre como principal
producto de la minería nacional.
Cabe advertir que hacia 1900, la propiedad de las salitreras
(oficinas) estaba mayoritariamente en manos extranjeras, en
particular británicas. El Estado chileno obtenía su
participación a través de los derechos aduaneros de exportación
que cobraba en los puertos de embarque. En 1900 estos impuestos
cubrían el 56,29% de las entradas fiscales. En las dos
siguientes décadas, la tradicional ligazón económica de Chile
con Gran Bretaña y Alemania comenzó a debilitarse, no sólo en lo
relativo al comercio internacional sino también en las
inversiones y préstamos. Y es así, que de una dependencia
británica se pasó a una dependencia norteamericana: empresas
estadounidenses adquirieron intereses industriales en Chile, en
áreas de la energía, transporte urbano y, especialmente, de la
minería del cobre.
El Cobre
En 1902, W. Braden adquirió el mineral de El Teniente, que llegó
a transformarse en una gran empresa en 1912. Cuatro años más
tarde, el grupo Guggenheim se hizo cargo de Chuquicamata. En
1900 las inversiones norteamericanas alcanzaban en valores
nominales- a cinco millones de dólares y en 1920 llegaban a 200
millones, de los cuales 150 correspondían al cobre.
Por otra parte, es preciso destacar que hasta 1920 el capital
extranjero siguió dominando la industria del salitre tanto en lo
que se refiere a su producción como a su comercialización y
transporte. Pero no sólo en el salitre y el cobre dominaba el
capital foráneo. En 1915 un tercio de los establecimientos
manufactureros, según estadísticas oficiales, declararon que su
capital era extranjero.
El colapso del año 30 baja la demanda y el precio del cobre,
llevando la producción a sólo 103.000 ton. el año 1932. La
situación anterior se superaría con el advenimiento de la
Segunda Guerra Mundial, durante la cual la producción chilena
sube hasta 498.000 ton. el año 1944. Debe anotarse que la
contribución del cobre chileno fue del 18% del total consumido
en el conflicto bélico. Por estos años, ya Chile es el segundo
productor de cobre del mundo.
En los años siguientes, el Estado chileno pone en práctica
nuevas políticas en cuanto a la actividad minera especialmente
en la gran minería del cobre, para favorecer el interés
nacional. Así es como, en 1955, se formula la llamada Política
del Nuevo Trato, que busca aumentar las inversiones de las
empresas de la Gran Minería, a partir de menores impuestos y del
aumento de la producción, la cual sube de 355.400 ton. al año,
en 1954, a 488.400, en 1956.
Mas tarde, en el año 1964, bajo el gobierno del Presidente
Eduardo Frei Montalva, se perfecciona dicha política con la
llamada "Chilenización", en que Chile se asocia mayoritariamente
al capital norteamericano, toma en sus manos la comercialización
del cobre y se realizan importantes inversiones para expandir la
producción. Posteriormente, en 1971, bajo el gobierno del
Presidente Salvador Allende y mediante una reforma
constitucional aprobada unánimemente en el Parlamento, se
completa el proceso de nacionalización total de las empresas de
la Gran Minería.
Simultáneamente la Pequeña y la Mediana Minería evolucionaron
favorablemente al crearse, en el año 1927, la Caja de Crédito
Minero, cuyo objetivo principal fue el de fomentar la Pequeña y
Mediana Minería del oro y del cobre, por medio de la instalación
de agencias compradoras de mineral y la construcción de plantas
de beneficio, tanto de flotación como de lixiviación.
Posteriormente, esta organización pasó a denominarse Empresa
Nacional de Minería, la cual además de ser compradora de
minerales, cuenta con plantas de concentración, dos fundiciones
y una refinería electrolítica.
Otra institución clave para el desarrollo de la minería y, más
que eso, para el estímulo de la actividad productora nacional,
ha sido la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO,
creada en 1939, en respuesta inmediata a la emergencia de un
terremoto acaecido ese año, y como expresión, sobre todo, de un
modelo de desarrollo que pretendía consolidar al Estado como
promotor y gestor de un proceso de industrialización, con dos
objetivos: la "sustitución de importaciones", a través de un
desarrollo técnico-económico estable; y la generación de un
proceso de mejoramiento de los niveles de vida y de reducción de
los altos índices de cesantía, generados por la crisis del año
30.
El gobierno de la época, llamado del Frente Popular, estaba
convencido que los recursos naturales del país eran más que
suficientes para acrecentar la capacidad industrial y al mismo
tiempo sostenía que esto no sería posible sin elaborar un plan
general de fomento de la producción, que pudiera hacer frente,
además a problemas como los de la balanza de pagos, la escasa
capitalización nacional, el insuficiente crecimiento de la
producción agrícola, la pequeñez del mercado interno, la escasa
formación técnico profesional, entre otros. Emprender esta tarea
requería de una solución global, que sólo podía encarar el
Estado y no la iniciativa privada, cuya capacidad de
capitalización había sido hasta entonces insuficiente.
En ocasiones, el Estado asumió directamente un papel
empresarial, realizando obras de gran envergadura, como ser: la
Empresa Nacional de Electricidad S.A., ENDESA (1944), a la que
correspondió la construcción y explotación de diversas plantas
eléctricas; la Empresa Nacional del Petróleo, ENAP (1950); la
Compañía de Acero del Pacífico, CAP (1946); la Industria
Azucarera Nacional S.A., IANSA (1952).
Hoy todas esas empresas han sido privatizadas, con la sola
excepción de ENAP.
Otros Minerales
Volviendo a la historia de la minería en el presente siglo, más
allá del salitre y del metal rojo, cabe también referirse a
otros productos, como el molibdeno, el hierro, el carbón y el
petróleo.
El molibdeno se comenzó a recuperar en el país a partir de 1939,
en El Teniente. Y, en 1950, su producción llegó a 1.000 ton. por
año. Posteriormente, en 1960, se instalan plantas de
recuperación en El Salvador y Chuquicamata, con lo que la
producción subió a 4.600 ton. por año en 1966. Más
recientemente, en 1975 y 1977, se instalan nuevas plantas de
recuperación en Chuquicamata y Andina, y la producción nacional
de molibdeno supera a las 10.000 ton. por año, colocando al país
como tercer productor mundial.
La minería del hierro, muy poco desarrollada en el siglo
anterior, alcanzó una mediana importancia al ponerse en trabajo
el mineral de El Tofo, en la provincia de Coquimbo. Su
producción anual era de 2.000.000 ton. de mineral de hierro con
ley mayor de 60%. Con posterioridad y el año 1950 comenzó a
operar la industria siderúrgica Compañía de Acero del Pacífico,
CAP, que adquirió el mineral de El Algarrobo y luego el de El
Tofo. A partir del año 1950 se intensifica la exportación de
mineral de hierro, alcanzándose exportaciones que llegaron a 12
millones de toneladas de mineral por año. Más tarde, las
exigencias de calidad impuestas por los compradores han hecho
disminuir la exportación de mineral bruto y exportar una materia
prima más enriquecida como es el pellet. La planta pelletizadora
de Huasco tiene una capacidad de producción de 3.500.000
toneladas de pellets anuales.
En cuanto al carbón, podemos señalar que: a principios de siglo,
aumenta su producción de 700.000 a 1.000.000 de toneladas por
año, siendo usado principalmente en las salitreras,
ferrocarriles, barcos minas y metalurgia.
La producción de carbón de los años 50 era de 2.000.000
toneladas por año, sin embargo, el costo de producción aumentó
debido al alejamiento en los frentes de mineral, especialmente
en Lota y Schwager, al alza de jornales y a las inversiones
necesarias para mecanizar las faenas; todo lo cual, unido a la
menor demanda ocurrida con la electrificación de los
ferrocarriles y al uso de petróleo como energético, han hecho
descender el consumo de carbón bajo 1.000.000 toneladas por año.
En lo que se refiere al petróleo, a comienzos de este siglo se
realizaron varias exploraciones en busca de mejor oro. A partir
del año 1929 el Gobierno, a través de la Superintendencia de
Salitre y Minas, realizó investigaciones importantes en
Magallanes. En 1938 se dictó una ley que dejaba la exploración y
explotación del petróleo en manos del Estado. El primer
resultado exitoso se obtuvo el año 1945 con la salida del primer
chorro en el campo de Springhill. Cinco años más tarde, se creó
la Empresa Nacional del Petróleo, que llegó a producir durante
un tiempo 2 millones de m3, con un máximo de 2.177.000 m3,
encontrándose actualmente en franca declinación, lo que ha
motivado exploraciones en otros lugares del país, especialmente
en la zona norte, sin resultados positivos hasta ahora.
Fuente: Gobierno de Chile, Ministerio de Minería
www.PiedrasDecorativas.cl
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